Fernando
de Herrera alias “El Divino” fue un poeta del Siglo de Oro Español. Nació en
Sevilla el año 1534 y murió el 1597, por lo que su obra se enmarca en el
Renacimiento y en la transición al Barroco. Oreste Macrí lo describe como “el
primer literato puro de Europa, centrado en la historia objetiva del mundo y en
la historia poética, no menos verdadera, de su propio corazón” (1959 p.25).
Herrera formó parte de amplios círculos de amistades con personas de elevada
clase social, formó parte de una escuela de poetas en Sevilla y se sitúa
también bajo el intelectualismo artístico-literario floreciente en España.
Además, siguió la línea de Garcilaso quien mucho influyó en su obra.
De
ese modo, nos legó una obra rica en la que se aprecia, mediante el recurso de
la imitatio al Petrarquismo Español,
en el que podemos ver predominantemente figuras que se rigen en los tópicos de
amor cortés. Por imitatio refiero -a
grandes rasgos- como una capacidad de replicar y aumentar posibilidades
expresivas respecto a un modelo anterior, como por ejemplo sobre los cánones
establecidos sobre la descriptio puellae
como iluminada hasta llegar al extremo de la divinización y la estilización de
la amada, entre otros tópicos actualizados y reelaborados que Herrera toma de
la tradición.
En
sus obras, se puede dar cuenta que el amor no tiene nada que ver con lo carnal,
sino que es un amor totalmente espiritual, teniendo el alma como una verdadera
sede del amor. Además, acoge la concepción de amor como estructura el universo
armónico, en el cual en el caso de no corresponder el amor al amor, existirá un
profundo quiebre que veremos más adelante.
El
Soneto XII se encuentra en la publicación Algunas
Obras. Dicho esto, para el estudio temático de este poema, en los dos cuartetos
podemos dar cuenta de un Homo Errans, más que un Homo Viator, pues el hablante
lírico se encuentra peregrinando totalmente perdido, en un Lugar Agreste. El
Sol dorado y sus puros rayos, quienes representan y caracterizan a la amada, lo expulsa hacia este
lugar árido. El hablante lírico se encuentra en un paisaje ingrato e inhóspito,
privado de vida y luz, sin paz ni esperanza alguna, ha perdido toda armonía
posible, todo se derrumbó cuando su amor no halló buen lugar. La descripción
del paisaje refleja a su vez su temple anímico: el hablante se representa en
completa soledad y aflicción
La
relación entre el amante y la amada es una relación basada en la lógica del
vasallaje feudal: ella es la señora y él su fiel vasallo, por lo que cuando la
amada lo despoja de todo bien al rechazar tajantemente su sincero amor, rompe con
la naturaleza cósmica. Los elementos de la naturaleza
presentes en el poema como en la tierra y el Sol con sus rayos solares ya no
cumplen con su orden natural: al amante le quitan sus tierras, por lo tanto, su
estabilidad, lo destierran; los rayos del Sol le huyen, y sin luz ya no le
queda vida, se encuentra sólo y con un corazón vencido en una atmósfera
desolada que desarticula al amante.
Al
decir que el paso a la esperanza se le cierra, da cuenta que no existe ninguna
posibilidad de volver con la desdeñosa amada siendo así una siendo una Belle Dame Sans Merci le ha roto el
corazón. Además, pareciera que el amante se encuentra en total descenso, pues
pasa desde una ardua cumbre a un cerro. La “ardua cumbre” es utilizada como
metáfora en otros poemas de Herrera para representar el
desafío y lo peligroso que significa para un amante alcanzar los requerimientos
de una dama, por lo que se podría deducir en este poema de ese mismo modo, en
el cual el hablante lírico pasó desde una gran cumbre a un cerro, para luego
llegar a lo bajo, el principio de su guerra. En ese sentido, el amor es visto
como lucha por su correspondencia, es decir, Militia Species Amor Est, carácter bélico del sentimiento amoroso
llega a su fin, pues el amante perdió su batalla.
Ya
en los tercetos, se nota un cambio, pues el hablante ya no se refiere a el mal
paisaje en que camina, sino que se aprecia la oposición entre el pasado y el
presente como el Fugit Irreparabile,
“tanto bien representa la memoria, / y tanto mal encuentra la presencia”, contraposición
que hace que el poema se estructure en torno a dos polos temporales: entre el
pasado irrecuperable, bueno y dichoso y el presente desolador en donde se
encuentra el amante. Esta construcción disémica, antítesis entre el bien y el
mal es muy utilizada en la época. El hablante lírico encuentra tanto mal en el
presente porque se ha cancelado esta relación amorosa. Cuando el corazón esta
vencido, como amante ya no cumple sus funciones en la ley del universo.
Con
las marcas textuales “tanto bien representa la memoria” / “huyendo el
resplandor Sol dorado” / “Crueles despojos de mi gloria”, se puede deducir que
existió la posibilidad de que el hablante lírico fue glorioso y que su amor fue
correspondido, pues, en algún momento sel pasado, el Sol lo iluminó y envolvió
con sus dorados rayos, y, el amante no se encontraba en este paisaje inhóspito
y solitario. La dama en este caso, no siempre le fue desdeñosa, pues de haber
sido así se evidenciaría que nunca el amante tuvo posibilidad con ella. Por el
contrario, al amante le quedan antiguos pensamientos que lo molestan y le
hieren mediante la memoria, quedando en este caso sólo los despojos, la basura,
lo que sobró de aquella magnificencia, quedando sólo “desconfianza, olvido,
celo, ausencia”. Este último terceto se encarga
de concluir e intensificar su estado. El uso de exclamaciones en el último
terceto es un epifonema que le da
mayor intensidad al sentimiento del amante: resume y concluye su temple
anímico, es decir, un espíritu afligido y atormentado del amante, el cual se
encarga de reiterar mediante epítetos a lo largo de todo el poema su
desesperanza diciendo “solitaria tierra”, “ardua cumbre”, “crueles despojos”,
etc.
Este
poema es un soneto con versos endecasílabos, dividido en cuatro estrofas:
siendo dos cuartetos y dos tercetos en rimas consonánticas en estructura ABBA /
ABBA / CDE / CDE.
Entre
las figuras retoricas, como vimos anteriormente, se encuentra la
personificación del Sol y sus rayos como la amada. El Sol en este sentido, es símbolo
dador vida para el hablante lírico. Los rayos podrían verse como los brazos
desdeñosos que ya no quieren sostener al amante. También esta figura retórica se
representa cuando dice: “me desmaya el corazón” para dar cuenta de la
interiorización del hablante, quien desconsolado se considera a sí mismo como
un mísero rendido de su lucha. De esta forma, utiliza una apóstrofe “¿por qué
cansáis a un mísero rendido?” que contiene un gran tono dramático para realzar
su miseria como amante que reincide en una circularidad total de las quejas del
hablante lírico a sus recuerdos.
Como
conclusión, podemos decir que el soneto es perfecto en tanto todos los versos son
endecasílabos y logran expresar con excelencia un temple anímico y una
sensibilidad minuciosamente preparada por el poeta, además, en el soneto se
percibe el espíritu de la época respecto a los códigos del amor cortés y sobre
la relación del humano con la naturaleza que lo rodea. Es interesante que la
naturaleza represente y se encuentre conforme a los estados del hablante,
transformando consigo las funciones mismísimo del universo. Desprendemos
también del soneto que, el amante ya había pasado los primeros pasos del amor
cortés, siendo primero un amante fenhedor, luego pregador que consiguió el
abrazo de los rayos solares de la amada, pero por motivos que desconocemos, la
amada lo desterró de aquel locus amoenus
en el que todo amante desea permanecer. Como revisamos en este comentario, el
poeta utiliza una serie de recursos que mantienen una unidad del poema sobre la
desdicha de un amor roto que no volverá a corresponder nunca más a causa de un
factor no natural, factor que causó la inclemencia de la amada, significando
que, mientras más miserable se encuentra el amante, más crece la amada
desdeñosa.