sábado, 10 de junio de 2017

Características Samuel Pickwick de Los papeles póstumos del Club Pickwick, Charles Dickens

El personaje ficticio de Mr. Pickwick reúne tres características esenciales: es un observador de la naturaleza humana y por sobre todo, inocente e íntegro. La primera descripción lo expone como un personaje nada de extraordinario, pero que sólo un buen observador podría apreciar su gigantesca mentalidad: “su erguido cuerpo ponía de manifiesto sus tirantes y polainas, prendas que si vestidas por un hombre vulgar hubieran pasado inadvertidas, usadas por Pickwick –si se admite la expresión–  inspiraban veneración y respeto espontáneos” (3).
Sus intereses y curiosidad se centraban básicamente los objetos circundantes, toda la simpleza denotaba algo singular, le gustaba observar momentos tales como: los perfumes del jardincillo, el verde profundo de los prados brillaba con el rocío de la mañana, los hombres andar de allá para acá, etc. Todo aquello le hacía caer en éxtasis y, por lo tanto, era digno de ser anotado en su libreta. Adicional a esto, le atrae profundamente las pasiones y flaquezas humanas: “Él aseguraba que si alguna vez el ardor de la vanidad brotaba en su pecho, el deseo del bien del humano linaje se sobreponía y se ahogaba aquélla. Si la alabanza de los hombres era su trapecio de equilibrio, la filantropía era su clave de seguridad” (4).
Se puede divisar el carácter intachable del personaje -sin abandonar el tono cómico- en el episodio de la ceremonia del ejército con la “caza” del sombrero: “Pocos momentos hay en la vida de un hombre en los que experimente más grotesco desconsuelo o en los que halle menos piadosa conmiseración que cuando persigue su propio sombrero. No poca sangre fía y un grado excepcional de prudencia se requieren para capturar un sombrero” (49). Definitivamente la figura de Pickwick no dudará en mantener la dignidad y no se rendirá ante los problemas como su tendencia letárgica, su gusto por beber, pues no se trata de un personaje perezoso, su entereza moral era intransable.
Adicional a esto último, su rectitud estaba acompañada la inocencia propia de un pickwickiano, lo cual desembocará en un gran conflicto con la señora Bardell, ya que Pickwick es malinterpretado cuando ésta última piensa que le están ofreciendo matrimonio mientras que en realidad el señor Pickwick sólo trataba de anunciarle un asunto con un criado.
La primera reacción de Pickwick al ver que la señora se lanzó sobre él fue decir: “¡Dios me valga! –gritó asombrado Mr. Pickwick–. ¡Señora Bardell, amiga mía… querida, qué situación… tenga en cuenta… señora Bardell, por Dios… si alguien viniera!” (151). Claramente en esta escena se confirma la preocupación por el personaje de ser una persona que aspira a mantener su estatus intacto para no despertar malas impresiones en sus discípulos. Este recurso del mal entendido, propio de la comedia, es lo que finalmente lo lleva a la cárcel.
Cuando recorre la prisión, se presenta la cruda realidad vista por sus inocentes ojos. Inmediatamente le llama la atención el espacio inhumano de las celdas de la cárcel (542) y se establece la cuestionarte ¿qué es la prisión? A los ojos del señor Pickwick, un lugar en donde no parecía ser un castigo, ya que todos bebían y estaban despreocupados, los inocentes morían, es decir, una fiesta para quien vive en las tabernas, pero un castigo para los trabajadores (545). Su filantropía no queda exenta de la escena, pues fija su interés por la mujer con el niño en brazos: “Era esto demasiado para el dolorido corazón de Mr. Pickwick, que se fue a acostar más que aprisa” (548).

Sin duda todas estas características son las que reúnen el verdadero “sentimiento pickwickiano” que tiene como aspiración la “benevolencia para todo el mundo como rasgo característico de la teoría pickwickiana” (17), en donde el personaje destaca por buen humor, sus entusiastas observaciones y por su alegría e ingenuidad.

1 comentario:

  1. Muy buena descripción del personaje, me sirvió mucho para entender un poco de la obra.

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