
Sus intereses y curiosidad se centraban
básicamente los objetos circundantes, toda la simpleza denotaba algo singular,
le gustaba observar momentos tales como: los perfumes del jardincillo, el verde
profundo de los prados brillaba con el rocío de la mañana, los hombres andar de
allá para acá, etc. Todo aquello le hacía caer en éxtasis y, por lo tanto, era
digno de ser anotado en su libreta. Adicional a esto, le atrae profundamente
las pasiones y flaquezas humanas: “Él aseguraba que si
alguna vez el ardor de la vanidad brotaba en su pecho, el deseo del bien del
humano linaje se sobreponía y se ahogaba aquélla. Si la alabanza de los hombres
era su trapecio de equilibrio, la filantropía era su clave de seguridad” (4).
Se puede divisar el carácter intachable del
personaje -sin abandonar el tono cómico- en el episodio de la ceremonia del
ejército con la “caza” del sombrero: “Pocos momentos hay en la vida de un
hombre en los que experimente más grotesco desconsuelo o en los que halle menos
piadosa conmiseración que cuando persigue su propio sombrero. No poca sangre
fía y un grado excepcional de prudencia se requieren para capturar un sombrero”
(49). Definitivamente la figura de Pickwick no dudará en mantener la dignidad y
no se rendirá ante los problemas como su tendencia letárgica, su gusto por
beber, pues no se trata de un personaje perezoso, su entereza moral era
intransable.
Adicional a esto último, su rectitud estaba
acompañada la inocencia propia de un pickwickiano, lo cual desembocará en un
gran conflicto con la señora Bardell, ya que Pickwick es malinterpretado cuando
ésta última piensa que le están ofreciendo matrimonio mientras que en realidad
el señor Pickwick sólo trataba de anunciarle un asunto con un criado.
La primera reacción de Pickwick al ver que la
señora se lanzó sobre él fue decir: “¡Dios me valga! –gritó asombrado Mr.
Pickwick–. ¡Señora Bardell, amiga mía… querida, qué situación… tenga en cuenta…
señora Bardell, por Dios… si alguien viniera!” (151). Claramente en esta escena
se confirma la preocupación por el personaje de ser una persona que aspira a
mantener su estatus intacto para no despertar malas impresiones en sus
discípulos. Este recurso del mal entendido, propio de la comedia, es lo que
finalmente lo lleva a la cárcel.
Cuando recorre la prisión, se presenta la
cruda realidad vista por sus inocentes ojos. Inmediatamente le llama la
atención el espacio inhumano de las celdas de la cárcel (542) y se establece la
cuestionarte ¿qué es la prisión? A los ojos del señor Pickwick, un lugar en
donde no parecía ser un castigo, ya que todos bebían y estaban despreocupados,
los inocentes morían, es decir, una fiesta para quien vive en las tabernas,
pero un castigo para los trabajadores (545). Su filantropía no queda exenta de
la escena, pues fija su interés por la mujer con el niño en brazos: “Era esto
demasiado para el dolorido corazón de Mr. Pickwick, que se fue a acostar más
que aprisa” (548).
Sin
duda todas estas características son las que reúnen el verdadero “sentimiento
pickwickiano” que tiene como aspiración la “benevolencia para todo el mundo
como rasgo característico de la teoría pickwickiana” (17), en donde el
personaje destaca por buen humor, sus entusiastas observaciones y por su
alegría e ingenuidad.
Muy buena descripción del personaje, me sirvió mucho para entender un poco de la obra.
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